sábado, 22 de noviembre de 2008

INTRODUCCION

Este libro no tiene ningún interés en persuadirlo sobre la forma en que usted percibe y comprende a Dios. Pretender eso sería tan desagradable y de mal gusto como entrometerme a juzgar la intimidad de alcoba de una pareja de esposos; nadie tiene, derecho ni debería cometer semejante imprudencia.

Los errores cometidos, para quien los comete, son un equipaje valioso que le servirá de gran utilidad en el camino para no hacerlos nuevamente. Pero no es necesario repetir todos los errores que nuestros ancestros ya cometieron, afortunadamente tenemos infinidad de libros históricos que nos pueden servir de guía y referencia. Lo que también es cierto, es que conviene evitar el riesgo de caer seducidos ante interpretaciones de terceros, ya que esta es tierra fértil aprovechada en muchas oportunidades para el cultivo y cosecha de los oportunistas.

Dice un refrán: “Si crees todo lo que lees, sería mejor que no leyeras nada”. Resulta imperativo disponer del más amplio contexto posible, leer todas las posibles opiniones a favor y en contra sobre un asunto, para luego sacar “nuestras propias conclusiones”.

De manera tal que desde el principio le hago al lector mi honesta sugerencia de que lea con toda clase de sospechas este libro que tiene en sus manos, sea crítico, desconfié, investigue, valide, busque evidencias a favor y en contra, y sea usted, y nadie mas que usted, quien saque su propia conclusión favorable o adversa sobre este texto.

Hecha la anterior aclaración, informo desde el principio que en el transcurso de este libro usted encontrará algunas opiniones personales que yo expreso respecto a Dios, para lo cual admito con absoluta sinceridad que no son más que mis pensamientos, no pretendo convencer a nadie para que cambie las suyas.

Ni por un momento se me ocurre pensar que las ideas que yo tengo de Dios sean mejores o peores que la del lector, sencillamente mis opiniones son mías, y las del lector suyas. Es mi humilde opinión que la relación que cada persona decida tener con Dios convendría que fuera estrictamente personal, sin intermediarios, ni comisionistas, ni alardes, ya que de lo contrario esto nos colocaría en la vulnerable situación de que algunos que se hacen llamar “los interpretes de Dios” se aprovechen y saquen ventaja en favor de sus posibles deshonestos intereses.

No puedo escribir una línea más sin antes aclarar que la afirmación de que “todos los líderes religiosos son unos estafadores” sería una generalización absurda, inaceptable y estúpida. He tenido el honor de conocer a admirables dirigentes religiosos que tienen la legítima voluntad de ayudar desinteresadamente al prójimo sin ánimo de lucro. Lamentablemente estos son una minoría cercana a la inexistencia. Y aunque el lucro no fuera el propósito de estos honestos líderes, aun cabe cuestionarnos cuál es el verdadero beneficio que aporta a la sociedad los grupos organizados religiosos.

Otra importante razón que tengo para no meterme a tocar el tema de la relación personal que cada cual decida tener con Dios, es el simple hecho de que yo soy una de las personas mas descalificadas para abordar el tema, ya que admito con toda humildad, que no soy mas que un ignorante que no sabe si existe el Supremo. No estoy negando que exista, simplemente lo ignoro.

Personalmente me gustaría mucho que existiera un Dios justo y que la muerte no fuera el fin, más aun, que pueda algún día volver a ver a mis seres queridos que han muerto. Pero porque he visto con asco y repulsión la inescrupulosa forma en que no pocos líderes religiosos manipulan nuestras más íntimas y sensibles vulnerabilidades, fue que decidí buscar a Dios a un nivel personal, sin la contaminación de los embusteros.

Aquí surgirán las posibles etiquetas de ateo, agnóstico, humanista, etc. que puedan calificarme mejor. No nos compliquemos, yo les agradeceré si con sencillez se refieren a mí en este sentido como “ignorante”.

En serio, no me molesta, porque no es más que la verdad. Lo que sí suelo apreciar es que no me llamen “inmoral”, porque no hay día en que no abra los ojos intentando ser una mejor persona, tratando de comprender las alegrías y tristezas de las otras personas, imaginando formas en que podamos cambiar este lamentable estado de discriminación e indiferencia en el que vivimos.

No pretendo con esto hacerme pasar como ejemplo de la moralidad ¡POR FAVOR! Sinceramente disfruto de ser una persona ordinaria y muy imperfecta, ya que mejorar mi imperfección en pequeñas cuotas diarias le pone emoción y sabor a mi vida.

INDICE

Agradecimientos
Prefacio
Introducción
Valores morales y arrepentimiento
Usamos la indiferencia como mecanismo de defensa
El placer que nos produce asistir a la iglesia
Dios no es un vulgar genio de lámpara que cumple caprichos
¿Usted ha pensado que le dirá a Dios cuando lo vea?
La injusta fama que le hemos asignado a la ciencia
Información fuera de contexto, la maña favorita de los mentirosos

Imaginando a Dios
El argumento de la fachada con que se gastan nuestro dinero

La necesidad de seguir a un líder
El terrible mensaje subliminal con el que nos sacan nuestro dinero
La cruel anécdota de la ancianita
Tirándole piedras a Dios (Criticando a los ateos)
Los intermediarios siempre adulteran los mensajes
¿Somos mortales o inmortales?
Me niego a aceptar que existe el infierno
El amor combina hasta con el thiner
La noble misión de Jesús de Nazaret

Perfil de los estafadores en general
Ejemplo del Hospicio

El riesgo de escribir este libro
Conclusión.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El proposito de este sitio

El presente espacio virtual fue creado para dar a conocer la información relativa al libro titulado “La Iglesia, el camino que conduce a Dios”. El espacio esta abierto para que todos los interesados (inclusive los detractores) tengan la oportunidad de expresarse positiva o negativamente. Como autor del libro creo firmemente en la libertad de expresión de pensamiento, por lo que este sitio es un ejercicio de pura democracia, en donde no se quiere censurar ni una sola opinión, sino que al contrario, se estimula para que todos los interesados se expresen con libertad. Al momento de lanzar este libro estaba conciente de que el tema causaría controversia, principalmente en aquellos malos líderes religiosos lavadores de cerebro, que practican la asquerosa labor de lucrar con las nobles intenciones de los creyentes. Esta controversia sin duda alguna generaría difamaciones en mi contra, aunque también sabia que se obtendrían opiniones favorables. Precisamente por esta convergencia es que decidí abrir este espacio, porque así todos tendremos la oportunidad de opinar, refutar, aclarar o comentar.